Alguien limpia la celda
de la tortura
que no quede la sangre
ni la amargura,
alguien pone en los muros
el nombre de ella,
ya no cabe en la noche
ninguna estrella,
alguien limpia su rabia
con un consejoy la deja brillante
como un espejo.
Alguien piensa hasta cuando,
alguien camina,
suenan lejos las risas, una bocina,
y un gallo que propone
su canto en hora,
mientras sube la angustia
la voladora.
Alguien piensa en afuera
que allá no hay plazo
piensa en niños de vida
y en un abrazo.
Alguien quiso ser justo,
no tuvo suerte,
es difícil la lucha
contra la muerte.
Alguien limpia la celda
de la tortura
lava la sangre pero no la amargura.
Por: Mario Benedetti